domingo, 7 de noviembre de 2010

SAN BERNARDO who is ?


Entre las grandes figuras de la Edad Media, hay pocas cuyo estudio sea más apropiado que la de san Bernardo para disipar ciertos prejuicios queridos por el espíritu moderno. ¿Qué hay, en efecto, más desconcertante para éste que ver a un puro contemplativo, que siempre ha querido ser y permanecer como tal, llamado a desempeñar un papel preponderante en la dirección de los problemas de la Iglesia y del Estado, y salir bien, a menudo, allí donde había fracasado toda la prudencia de los políticos y de los diplomáticos de profesión?

¿Qué más sorprendente e incluso más paradójico, según la manera ordinaria de juzgar las cosas, que un místico que no siente sino desdén por lo que llama “las argucias de Platón y las sutilezas de Aristóteles”, y que triunfa no obstante sin esfuerzo de los más sutiles dialécticos de su tiempo? Toda la vida de san Bernardo podría parecer destinada a mostrar, mediante un ejemplo brillante, que existe, para resolver los problemas del orden intelectual y también del orden práctico, otros medios muy diferentes de los que nos hemos acostumbrado desde hace mucho tiempo a considerar como los únicos eficaces, sin duda porque son los únicos que están al alcance de una sabiduría puramente humana, que no es ni incluso la sombra de la verdadera sabiduría.

Esta vida aparece así en cierto modo como una refutación anticipada de esos errores, opuestos en apariencia, pero en realidad solidarios, que son el racionalismo y el pragmatismo; y, al mismo tiempo, confunde y derriba, para quien la examina imparcialmente, todas las ideas preconcebidas de los historiadores “científicos” que estiman, con Renan, que “la negación de lo sobrenatural forma la esencia misma de la crítica”, lo cual admitimos por otra parte de buen grado, pero porque vemos en esta incompatibilidad todo lo contrario de lo que ellos ven, la condena de la “crítica” misma, y no la de lo sobrenatural. En verdad, ¿qué lecciones podrían, en nuestra época, ser de más provecho que éstas?